27 abril, 2009



Villon. Poesía y delito

Poeta entre delincuentes, por excelencia el delincuente de los poetas, asesino de un clérigo, ladrón, presidiario, condenado a la horca, desterrado, patriarca de los Malditos, pope de los surrealistas, adalid de la revuelta en la Universidad de París (último siglo de la Edad Media), de este célebre desconocido sabemos menos que de Pitágoras; que su apellido no es Villon, sin noticia alguna de su muerte, no se conoce de él vindicación distinta de su calidad e inmortalidad literaria: “Poeta truhán, pedigüeño sin suerte en diversas cortes, asesino y místico, amigo de las prostitutas” llega a decir de él algún escueto desvergonzado.
Algunas pistas en los anales judicales han sido rastreadas por el historiador Auguste Longnon y Marcel Shwob.
La tradición consiente que, huérfano de padre, de incierto nombre, a François de Montcorbier o de Loges su madre lo dio en adopción a Guillame de Villon, capellán de Saint Bénoît-le-Bétourné, de quien el poeta expósito tomará el patronímico; en marzo de 1449, el mentado François de Montcorbier se graduó de bachelier por la faculté des Arts (Lettres) de la Universidad de París; en 1452, licencié y maître ès Arts; que participó activamente en las primeras jornadas históricas del movimiento estudiantil contra el Estado; que el 5 de junio de 1455, disputando los favores de una dama de dudosa reputación dio muerte al clérigo Philippe Sermoise ; que robó el tesoro del collège de Navarre ( por monto de la nada despreciable suma de quinientos escudos de oro) ; que fue condenado a la horca y luego indultado:

Yo soy François- ¡cuánto me pesa!
de París, cerca de Pontuesa.
pendiendo de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa
. (Cuarteta);*

también se admite que nació en incierta fecha (entre el 1 de abril de 1431 y 19 de abril de 1432); que desapareció hacia 1463.
Quiero imaginar a este joven con una "rabiosa" cicatriz en el rostro (tardaría aún algunos siglos en conocerse la cirugía plástica) al que las señoritas francesas de la alta Edad Media evitaban. Debía ser casi un monstruo de una irritada sensibilidad estética. Quiero imaginarlo enamorado, avocado al sexo mercenario. Lo presiento solo, huraño, desconfiado, explosivo, prófugo de la luz y los resplandores sociales, de un extraordinario talento…
Suelo creer que la banda Les Coquillards le adoptaron como jefe debido a estas “cualidades”, no que el poeta se alistó en sus filas. Asumo que su destino, de alguna manera, le fue impuesto.

Villon no es con mucho un poeta atípico en su escenario. Alguien ha dicho que no efectuó renovación alguna en la poesía francesa. Basta leer Les Fabliaux y otras manifestaciones de juglaría literaria medievales para ubicarle en su elemento. No obstante habrá que distinguirle del pícaro de tradición española. Lázaro de Tormes no será jamás un Villon, bien que Villon es, entre otras cosas, un buscón: nuestro poeta delincuente rebasa la dimensión de delito en nuestros personajes del Siglo de Oro. Villon es ilustre ancestro de Genet. Las bufonescas parodias, la burla de la muerte, las bromas ante la inminencia de la horca, las referencias sexuales “joycianas”, a la sodomía, no son extrañas en el imaginario medieval.
De lo que es trata acá es de compartir una velada con un poeta en muchos sentidos medieval. Dado que es poco lo que de él sabemos, sería un abuso extendernos más en esta presentación. Bienvenidos a este convite con el papa medieval de los poetas malditos.
Stanislas Valois Aragon
La poesía de Villon
Balada de agradecimiento
A Devotas y Mendicantes,
a elegantes de chapa en suelas,
a Cartujos y otros tunantes,
a clientes y a mujerzuelas
de esas que usan abiertas cotas,
a galanes que por las modas
hieren sus pies con prietas botas:
agradezco a todos y a todas.

A las que muestran pezoncillos
porque saben que eso da oro,
a traviesos y a ladroncillos,
a saltimbanquis con su loro,
a juglaresas y fantoches
que silban, beodos y beodas,
y así alegrando van las noches:
agradezco a todos y a todas.

Salvo a jauría azotadora
que me hizo masticar grilletes
pero que ya no temo ahora
mas que se teme a tres soretes.
Les dejaría eructos, pedos
a modo de estridentes odas,
pero quiero evitar enredos:
agradezco a todos y a todas.

Que con durísimos mazazos
les rompan las costillas todas
y las piquen a martillazos:
agradezco a todos y a todas.

El testamento
XVEl Noble Roman de la Rose
hace esta sabia exhortación:
al joven corazón que yerra
no ha de negársele el perdón
pues de viejo será juicioso.

Ha de ser esa la razón
por la cual los que me persiguen
quieren que acabe joven yo.

XVI
Que si mi muerte resultara
de algún provecho al bien común
yo mismo a la horca desposara
con mansedumbre y prontitud.
Más si de pie a nadie hago daño
¿qué bien haré en el ataúd?
No se echarán a andar los montes
si un pobre tiene o no salud.

XVII
En tiempos de Alejandro el Grande,
un hombre, Diómedes llamado,
ante ese rey fue conducido
como un ladrón aherrojado
porque era de esos malhechores
que van las naves despojando;
y así se estaba entre grilletes
la palabra "muerte" aguardando.

XVIII
"¿Por qué, responde, eres pirata?"
Alejandro lo interpeló.
"¿Por qué me haces llamar pirata?"
Diómedes le respondió."
¿Porque a veces pillo una nave
y vivo pobre y con temor?
Si como tú estuviese armado
también sería emperador".

XIX
"Adversa ha sido mi fortuna
y en contra de ella nada puedo.
De sus traiciones y sus golpes
me viene mi comportamiento.

Deberías tener piedad.
Recuerda siempre este proverbio:
No se pida mucha lealtad
al corazón del pordiosero."

XX
Consideró el emperador
lo que Diómedes le decía
y así habló: "Mudaré tu suerte
a partir de ahora en propicia".

A nadie más maldijo ese hombre
y fue bueno desde ese día.
Valerio Máximo lo cuenta
que por sabio en Roma tenían.

XXI
Sí Dios un piadoso Alejandro
hubiera puesto en mi camino
que me trajera mejor suerte,
por pecar, entonces, yo mismo
a la hoguera me condenara.

La miseria a los extravíos
nos empuja, y el hambre al lobo
saca del bosque a los caminos.

XXIIMi juventud perdida añoro
en la cual más que otros gocé
de la vejez hasta las puertas.
¡Yo no la vi cuando se fue!

No lo hizo ni caminando
ni a caballo ¡ay! ¿Cómo fue?
Alzó el vuelo muy de repente
y ningún don de ella heredé.


XXIV
Y nadie puede reprocharme
que en manjares despilfarré
ni tampoco que vendí nada
—nada valioso, entiéndase—
por pagar goces amorosos,
que nunca caros los pagué.
Si es por esto que se me acusa
de esto me puedo defender.

XXV
Es verdad que no poco amé
¡y amaría con cuántas ganasa
un hoy que viejo me sé!
—más cuerpo hambriento y triste alma
me alejan de amorosas sendas.
Que las cabalgue con su lanza
el que se harta en ricas bodegas:
la danza brota de la panza.

XXVIII
Se fueron rápido mis días,
como los hilos —dice Job
que sobresalen de una tela
cuando en la mano un tejedor
una paja encendida tiene
con que los toca y los quemó.
¿Qué he de temer, qué llantos hubo
que la muerte al fin no apagó?

XXXI
Dios buenos vuelva a los señores;
ya llevan vida regalada,
no les es menester remiendos:
no pediré por ellos nada.
Para los pobres como yo
pido al cielo paciencia... ¡y larga!
Para el monje no, que le sobra
pan, y que vino no le falta.

XXXII
¡Los vinos que entre monjes corren!
¡Sus salsas, sopas y pescados!
¡Sus tartas, flanes, huevos fritos
y de mil formas preparados!
Y no se andan con protocolos:
ni escanciador para sus vasos
ni trinchador de carnes gastan:
solos se arrojan a los platos.

XXXIV
Olvidemos el monasterio y
hablemos de algo más alegre.
Ese tema no gusta a todos,
desagradable es y entristece.

La pobreza, además, dolida
siempre, tiene una frase hiriente
contra el glotón, y la murmura
cuando a gritarla no se atreve.

XXXV
Pobre soy desde que nací.
No sé lo que es tener riquezas
ni las tuvo jamás mi padre
ni ninguno de su ascendencia.
No se ven coronas ni cetros
en lo que de sus tumbas queda.
La pobreza desde hace siglos
nos persigue como a su presa.

XXXVI
Cuando me quejo por ser pobre
suele decirme el corazón:
"¡No andes, hombre, tan apenado
ni tamaño sufras dolor
por no tener lo que los grandes;
bajo sayo basto es mejor
vivir hoy que pudrirse en tumba
aunque se haya sido señor!"

Y así sea Paris o Helena,
el que muere, muere sufriendo:
sobre su corazón estalla
su propia hiel, pierde el aliento;
después suda ¡Dios, qué sudores!
y nadie puede socorrerlo,
que entonces no hay hijo ni hermano
que le quiera canjear el cuerpo.

XLI
La muerte lo hace temblar, lívido,
le hincha las venas, le hincha el cuello,
le afloja la carne, le agranda
los tendones que unen los huesos...
¡Oh, tierno cuerpo femenino!
¿Deberás sufrir tal tormento?
¿Tú, pulido, dulce y precioso?
Si, o subir vivo a los cielos.

Balada de las damas de antaño
Decidme en qué comarca, decidme en dónde
encontrar a Flora, la beldad romana;
dónde Archipiada de la luz se esconde
y Thaís que fuera la su prima hermana;
Eco condenada a repetir, lejana,
el cantar del agua, del monte el ruido,
que tan bella fue cuando lo quiso el hado;
mas las mismas nieves del año pasado
¿adonde se han ido?

Decid dónde Heloísa está, la tan juiciosa,
por quien fue castrado y enclaustrado luego
Abelardo el Sabio en Saint-Denis famosa:
pagó con tal pena su imprudente fuego.
¿Dónde aquella reina está, asimismo agrego,
quien a Buridán, que la hubo poseído,
quiso que arrojaran al Sena embolsado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adonde se han ido?
La reina Blanca como flor de lis
que con falsa voz de sirena cantaba,
Berta la del gran pie, Beatriz, Alís,
Haremburgis que en todo el Maine reinaba,
y la lorenesa Juana, buena y brava,
que en Rouen quemara el Inglés forajido,
Virgen soberana ¿dónde se han guardado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adonde se han ido?

No buscaréis, Príncipe, año ni semana
un oculto sitio al que hayan escapado
sin que mi estribillo cante en vuestro oído:
"Mas las mismas nieves del año pasado
¿adonde se han ido?”

Balada de los señores de antaño¿Dónde está Calixto Tercero,
que papa fue por cuatro años,
último muerto de ese nombre?
¿Y el muy gracioso Borbón Carlos,
Arturo, el duque de Bretaña,
Alfonso en Aragón reinando
y Carlos Séptimo triunfante?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?

¿Y el rey de Escocia, que tenía
una mejilla —se ha contado—
color sangre desde la frente
hasta debajo de los labios?
¿Y el valeroso rey de España
cuyo nombre se me ha olvidado?
¿Y el muy famoso rey de Chipre?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?
Renuncio a hablar de glorias idas:
el mundo es sólo un sueño vano.
Nadie triunfa sobre la muerte,
no la detienen los palacios.
Una pregunta aún formulo:
aquel rey de Bohemia, Lazlo
¿dónde está, dónde está su abuelo?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?

¿Dónde el conde delfín de Auvernia?
¿Dónde el astuto y buen Bernaldo?
¿Dónde el difunto Juan Primero?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?

Balada en vieja lengua francesaPorque también el Santo Padre,
con amito y alba cubierto,
ceñido con estolas santas
con las que coge por el cuello
al diablo que maldad rezuma,
muere igual que se muere un lego:
una brisa suave lo arranca:
seres son que se lleva el viento.
Y también de Constantinopla
el señor de dorado yelmo,
o de Francia el rey generoso
que sembró iglesias y conventos
en honor a Dios, y que ha sido
el más glorioso de los nuestros,
si en su tiempo los adoraron
seres son que se lleva el viento.
Y asimismo el delfín de Vienne
y Grenoble, el prudente, el fiero,
o de Dijon, Salins y Dole
el señor y su hijo heredero,
o su gente misma, sus cortes,
pese a todo lo que engulleron,
sus escuderos, sus heraldos,
seres son que se lleva el viento.


Van los príncipes a la muerte
como el clérigo y como el siervo,
y así se enfaden o entristezcan
seres son que se lleva el viento.


XLVIEsas también viejas putuelas
que al ver, hambrientas ya y temblando,
cómo requieren a las mozas,
van por lo bajo preguntando
al Señor qué razones tuvo
de hacerlas nacer hace tanto.
El señor calla, que bien sabe
que en tal debate es derrotado.


Los lamentos de la bella armeraCreo estar las quejas oyendo
de la que fue la Bella Armera;
ella querría aún ser joven...
Parece hablar de esta manera:
‘¿Por qué tan pronto me venciste,
vejez cruel y traicionera?
¿Qué me ata que no me hundo el hierro
que esfumaría mis miserias?’


LI
Hace treinta años que está muerto
y yo, vieja, canosa, sigo.
Cuando me acuerdo de otros tiempos
y desnuda cuando me miro
y me veo tan diferente
(¡qué horrenda soy! ¡qué bella he sido!)
encogida, marchita, flaca,
me tengo rabia porque vivo.


LII
¿Qué se hicieron mi lisa frente,
mis cejas y cabellos rubios,
mis ojos de mirar travieso
con que atrapaba a los más duros,
esa nariz recta y mi rostro,
mi rostro que ahora en vano busco,
mis orejas blancas y firmes
y mis labios de un rojo puro?

LIII
¿Mis hermosos pequeños hombros,
largos brazos y manos finas,
pezones chicos y caderas
altas y sólidas, propicias
para batallas de amor largas
y, sobre todo, eso que hacía
dichoso al hombre entre mis muslos
bajo el jardín que lo escondía?

LIV
La frente ajada, blanco el pelo,
apagados los ojos que ayer
lanzaban rientes miradas
al pecho del noble y del burgués,
la nariz corva y las orejas
colgando velludas y también
del rostro huidos los colores
—si labios tiene, no se ven—

LV
¡En eso para la belleza humana!
Manos contraídas,brazos cortos, varias jorobas
entre los hombros distribuidas,
resecas están ya las tetas,
asco da eso que daba dicha
y los muslos amoratados
antes que muslos son salchichas.

Balada de las jóvenes cortesanas
Pensad pues, tú, bella Guantera
que mi alumna solías ser
y tú, Blanca la Zapatera,
que a vivir debéis aprender.
Tomad a izquierda y a derecha
—hombre que pase, Dios lo puso—
que a la vieja se la desecha
como moneda fuera de uso.
Y tú, bellísima Fiambrera
que danzando quitas el sueño,
y Guillerma la Tapicera:
¡los caprichos haced del dueño!
Pronto este tiempo se irá lejos,
feas seréis como un lechuzo,
no serviréis ni a curas viejos,
como moneda fuera de uso.

Tú, Juanita la Sombrerera:
que ningún amor te detenga;
tú, Catalina la Bolsera:
no desprecies a aquel que venga;
pues aunque yo, por recordarme,
les sonrío a veces y azuzo
sé que nadie vendrá a tomarme,
como moneda fuera de uso.

Sabed, muchachas, que si estallo
en tan triste llanto y profuso
es que quien me requiera no hallo,
como moneda fuera de uso.

LVII

Esta lección dio la que fuera
muy requerida y bella un tiempo;
sea cual fuere su valía,
ha registrado sus consejos
Frémin, Etourdi, mi amanuense,
que es igual que su dueño atento.
Si se durmió maldito sea,
que el empleado hace a su dueño.


EPITAFIO
Yace y duerme en este desván
—con sus flechas lo mató Amor—
un estudiante simple y pobre
que llamaban Françoise Villon.
Nunca tuvo un palmo de tierra.
Sabido es que todo lo dio:
su mesa, su pan, su panera.
Rezad así, cual él pidió:

Versículo o rondel
Dad reposo eterno a este hombre
y eterna claridad, Señor.
Ni un perejil jamás fue suyo
ni saciado se relamió.
Lo afeitaron hasta las cejas
como un nabo que en la olla dio.
Dadle reposo eterno, Dios.
El Rigor lo mandó al exilio
y en el culo lo pateó
mientras él sollozaba:
“¡Apelo!”que no es muy ingeniosa voz.
Dadle reposo eterno, Dios.

CLXXIX
Se haga sonar a todo vuelo
la campana gorda de vidrio
aunque todo corazón tiemble
cuando está prestando servicio.
Salvó en un tiempo muchos feudos
y ello es de todos bien sabido,
fuesen ejércitos o trueno
al sonar vencía al peligro.

CLXXXLos campaneros cuatro hogazas
tendrán... o más: media docena.
Nunca les dan tanto los ricos,
mas serán las de San Esteban.
Volant es hombre infatigable:
se las merece y feliz sea.
Le durarán una semana
con que sólo aplique su ciencia.

CLXXXI

Para acabar con este asunto
designo como ejecutores
a gentes de agradable trato
que contentan a sus deudores.
Con qué vivir tienen ¡Dios gracias!
y no son unos fanfarrones.
Escribe, Frémin, dictaré seis
a quienes nombro directores.

Balada de los ahorcados
Hermanos humanos que después de nosotros vivís,
no tengáis contra nosotros los corazones endurecidos
pues, si piedad tenéis de nosotros, pobres,
Dios tendrá antes de vosotros misericordia.
Vosotros nos veis aquí atados, cinco, seis:
en cuanto a la carne, que excesivamente hemos nutrido,
ha tiempo que está devorada y podrida,
y nosotros, los huesos, nos tornamos ceniza y polvo.
de nuestro mal nadie se ría:
¡pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
Si hermanos os llamamos, no debéis
tener desdén, por más que fuimos muertos
por Justicia. Sin embargo, sabed
que todos los hombres no tienen sentada la sensatez,
perdonadnos, puesto que hemos partido
hacia el hijo de la Virgen María,
que su gracia no esté para nosotros agotada,
preservándonos del infernal rayo.
Estamos muertos, que nadie nos atormente;
¡pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!

La lluvia nos ha bañado y lavado,
y el sol, desecado y ennegrecido:
urracas y cuervos nos han socavado los ojos
y arrancado la barba y las cejas.
Jamás, en ningún instante, estamos quietos;
hacia aquí, hacia allá, según varía el viento,
a su antojo, sin cesar nos mueve,
más picoteados de pájaros que dedales de coser.
No seáis, pues, de nuestra cofradía;
¡pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
Príncipe Jesús, que sobre todos tienes poder,
cuida que el Infierno tenga señorío en nosotros:
que no tengamos que hacer con él, ni pagarle.
hombres, aquí no hay broma;
¡Pero rogad a Dios que a todos nos quiera absolver!
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* Aquí como en la selección que ofrezco seguidamente, sigo la traducción de Rubén Abel Reches. Me abstengo de advertir las referencias a personalidades y hechos históricos, así como las alusiones sexuales, sodomía y otras obscenidades que el lector deberá discernir.

3 comentarios:

  1. OLá meu querido amigo,
    agora sim, podemos comentar os textos. Como é uma publicação longa e estou atarefado agora, a noite virei ler com calma e comentar.

    Um grande abraço a ti.

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  2. Ey, estaba buscando algo sobre poetas delincuentes y me topé con tu blog. buenísimo. ¿Que hace en esa selección el genial Pablo Palacio?

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  3. Querido Jorge: El "genial" (como tan certeramente adjetivas) Pablo Palacio figura en mi entrada "Los homosexuales y la grandeza", aportando esa estupenda pieza titulada "Un hombre muerto a puntapiés". Si lo deseas escríbeme a leosemata@yahoo.es Agradezco tu comentario

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