El nombre de la rosa. Extractos del libro extremo
por Leo Castillo
“La inteligencia colinda con la perversidad” (del
prólogo por Pedro Gómez Valderrama a El
nombre de la rosa)[i]
Algo perverso entraña la intención de este libro
excesivo, pretendiendo llevarnos más allá de los nuestros límites (finis Africae), o bien conducirnos al
huevo primigenio de la lujuria del conocimiento: ambos propósitos caen en el
ámbito, si no de la insensatez, entonces en el del sacrilegio. Quizá no sea fortuito
que la herejía constituya uno de los ingredientes capitales de la narración.
Más allá de los límites de nuestra resistencia, no siendo dispensado de abuso
en, por ejemplo, la descripción del Laberinto (la intrincada biblioteca de la
abadía medieval en que se suceden, en apenas siete días, los hechos historiados
en primera persona por el novicio Adso en 523 duras páginas.) Umberto Eco no
es, desde el punto de vista estrictamente literario, apenas sino un escritor
menor, y demanda nuestra condescendencia estoica seguirlo a veces a punto de
derrengarnos hasta la memorable escena en que el ciego (muy probable alusión a
Borges) de nombre Jorge, como un eficaz maestro de ajedrez cerca en la sombría biblioteca
al novicio y a su maestro, el inquisidor-detective Guillermo de Baskerville (recuérdese al famoso sabueso de
sir Arthur Conan Doyle), logrando evitar que el libro secreto cayera en manos
profanas y el conocimiento recoleto se propalara entre infieles
inexorablemente. No me inhibiré de transcribirla aquí:
Estaba
del otro lado de la mesa y Guillermo, que no llegaba a tocarlo, hizo un
movimiento brusco para sortear el obstáculo. Pero su sayo se enganchó en el
taburete, haciéndolo caer, y Jorge no pudo por menos de advertir el alboroto.
El viejo volvió a reír, esta vez con más fuerza, y con sorprendente rapidez
extendió la mano derecha, y guiándose por el calor localizó a tientas la llama
y, sin temer el dolor, le puso la mano encima, y la llama se apagó. La
habitación quedó sumida en las tinieblas y oímos por última vez la carcajada de Jorge, que gritaba: “Encontradme
ahora, ¡ahora soy yo el que ve mejor!” Después calló y ya no pudimos oírlo,
pues se movía con aquellos pasos silenciosos que daban siempre un carácter sorpresivo
a sus apariciones. Sólo cada tanto, en diferentes sitios de la sala, oíamos el
ruido de los folios desgarrados.”[ii]
Eco no debía, acaso no podía tan siquiera, reprimir
la declaración de su formación erudita. De este modo, el libro abunda en citas
latinas y en otros idiomas, por que mal podría una recensión que se permita
recordar fragmentos, omitirlas del todo, obligándome a reproducir algunas que,
a mi entender, no son el menor atractivo de la novela.
El Cuarto día-
Tercia abunda especialmente en fárrago de pacatería ilustrada, en relleno
patrístico, escolástico. Desde luego, uno quiere convenir en que es un novicio de
una abadía católica medieval el que nos habla… Expresiones de una simplicidad
ficticia o real, no por ello menos cargante, al punto que uno se revuelve con
la justiciera vindicta horaciana de aliquando
bonus dormitat Homerus, y desea rendirse, dormir, digo, con Eco, tirar el
mamotreto: “¡Qué hermoso era el espectáculo de la naturaleza aún no tocada por
el saber, a menudo perverso, del hombre!” Para el encomio del perro no se
abstiene de apoyarse en su abominable vicio de reingerir su propia
regurgitación: “Por naturaleza, tiene el hábito de utilizar dos veces la misma
comida, después de haberla vomitado. Esta sobriedad es símbolo de perfección
espiritual.”[iii]
No insistiré en este desagradable punto.
Cervantes, citando a un latino, me parece, propone
la especie de no haber libro malo sin alguna bondad, sin su atribución estilística.
El nombre de la rosa no es, con
mucho, una mala novela, ateniéndonos a las maneras actuales de este género y
aun a la de antiguos vestigios del mismo; bien que no es eminentemente literaria,
en el gozoso sentido estético que he pretendido plantear (a El cantar de Mío Cid, El asno de oro y El Satiricón no los he encontrado menos prosaicos que a Eco en su
obra. Me parece que Kafka tampoco es especialmente cultor de estilo en El proceso; tampoco lo es en El castillo, lo que, naturalmente, no lo
rebaja literariamente a la altura del autor de que trato.)
Con la salvedad anterior dejo al lector con los
fragmentos que he transcrito de mi cochambrosa edición adquirida por medios
acaso poco solventes en el sentido moral, y en otro también.
De El nombre
de la rosa
“Pero videmus
nunc per speculum et in aenigmate
“no pudo contener un
gesto de sorpresa, que borró toda huella del decoro que, según
Aristóteles, conviene a la persona grave y magnánima
“no todas las verdades son para todos los oídos
“Los monstruos existen porque forman parte del plan
divino
“el libro es una criatura frágil, se desgasta con el
tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en
manos inexpertas. Si a lo largo de los siglos cualquiera hubiese podido tocar
libremente nuestros códices, la mayoría de éstos ya no existirían. Por tanto,
el bibliotecario los defiende no sólo de los hombres sino también de la
naturaleza, que es enemiga de la verdad
“La biblioteca se defiende sola, insondable como la
verdad que en ella habita, engañosa como la mentira que custodia. Laberinto espiritual,
y también laberinto terrenal. Si lograseis entrar en ella, podríais no hallar
la salida
“pictura est
laicorum literatura
“Era como si su habla correspondiese a su cara,
compuesta con fragmentos de caras ajenas
“cuando entra en juego la posesión de los bienes
terrenales es difícil que los hombres razonen con justicia
“Pertenece a esa clase de hombres que son siempre
los más arduos defensores de sus adversarios
“que lo que el vulgo llama demonio es el propio
Dios, porque el demonio es el saber y Dios es precisamente saber
“Se reunían por la noche en un sótano, cogían un
niño recién nacido y se lo arrojaban unos a otros hasta que moría, por los
golpes… o por otras cosas Y el último que lo recibía vivo, para morir en sus
manos, se convertía en el jefe de la secta… ¡Y desgarraban el cuerpo del niño,
y lo mezclaban con harina para fabricar hostias blasfemas!
“Después apagaban las velas y se arrojaban sobre
ellas, aunque estuviesen ligados por vínculos de sangre… ¡Y si de aquél abrazo
nacía un niño, volvía a empezar el rito infernal, todos alrededor de una tinaja
llena de vino, que llamaban barrilete, embriagándose, y cortando en trozos al
niño, y vertiendo su sangre en una copa, y arrojando al fuego a niños aún
vivos, para mezclar luego las cenizas del niño con su sangre y bebérsela!
“Cuando te torturan no dices sólo lo que quiere el
inquisidor sino también lo que imaginas que puede producirle placer, porque se
establece un vínculo (ése sí verdaderamente diabólico) entre tú y él
“Sí, hay lujuria en el dolor, así como existe una
lujuria de la adoración e, incluso, una lujuria de la humildad. Si los ángeles
rebeldes necesitaron tan poco para transformar su ardor de adoración y humildad
en ardor de soberbia y rebeldía, ¿qué habría que decir de un ser humano? Pues
bien, ya lo sabes, eso fue lo que descubrí de pronto cuando era inquisidor. Y
por eso renuncié a seguir siéndolo. Me faltó coraje para hurgar en las
debilidades de los malvados, porque comprendí que son las mismas debilidades de
los santos
“Castiga tu inteligencia
“A los que no puedes amar mejor sería que los
temieras
“Mors est quies viatoris finis est omnis
laboris
“Sólo los hombres pequeños parecen normales.
Ubertino habría podido convertirse en uno de los herejes que contribuyó a
llevar a la hoguera, o en un cardenal de la santa iglesia romana. Y estuvo muy
cerca de ambas perversiones
“un anciano ciego que espera al Anticristo
“para que la luz pudiese penetrar lo más pura
posible, no modulada por el arte humano, y desempeñara así su función
específica, que era la de iluminar el trabajo de lectura y escritura
“aquel Aristóteles que, sin duda, fue el más sabio
de los hombres
“Verba vana
aut risui apta non loqui
“Juan Crisóstomo ha dicho que Cristo nunca rió
“Manduca, jam
coctum est
“Omnis mundi
creatura, quasi liber et scriptura
“Pero Jorge añadió que el segundo motivo para
inquietarse era que el Estagirita se refería allí a la poesía, que es una
disciplina sin importancia y que vive de figmenta
“quería dejarse fascinar por las cosas que le
gustaban y no por las que le aconsejaban otros
“una penitencia de la imaginación
“Si alguien desea conservar limpio un lugar, lo que
hace en este país para evitar que lo meen, porque en esto los italianos son
como los perros, es grabar con el buril a cierta altura una imagen de San Antonio,
y eso bastará para alejar a los que quieran mear en dicho sitio
“de día se cura el cuerpo con las hierbas buenas, y
de noche se enferma la mente con las hierbas malas
“tres dedos sostienen la pluma, pero el que trabaja
es todo el cuerpo. Trabaja, es decir, sufre
“Como dice Isidoro, son ficciones: ‘Fabulae poetae a fando nominaverum quia
non sunt res factae sed tantum
loquendo fictae’
“Por eso la Regla dice: ‘Decimus humilitatis gradus est si non sit facilis ac prompus in risu,
quia scriptum est: stultus in risu exaltat vocem suam’
“lo acusaba de emitir pedos por la boca
“¿Acaso no hay momentos ──preguntó Guillermo── en
los que estaríais dispuesto a hacer incluso cosas reprobables para tener en
vuestras manos un libro que buscáis desde hace años?
“Una guerra santa sigue siendo una guerra
“pensé que mi padre no debería haberme enviado a
recorrer el mundo, pues era más complejo de lo que yo creía. Estaba aprendiendo
demasiado
“La biblioteca es un gran laberinto, signo del
laberinto que es el mundo. Cuando entras en ella no sabes si saldrás. No es
necesario violar las columnas de Hércules
“La ciencia usada, no para iluminar, sino para
ocultar. La santa defensa de la biblioteca está en manos de una mente perversa
“durante siglos y siglos, hombres como éstos han
asistido a la irrupción de los bárbaros, al saqueo de sus abadías, han visto
precipitarse reinos en vórtices de fuego, y, sin embargo, han seguido
ocupándose con amor de sus pergaminos y sus tintas, y han seguido leyendo en
voz baja unas palabras transmitidas a través de los siglos, y que ellos
transmitirán a los siglos venideros. Si habían seguido leyendo y copiando
cuando se acercaba el milenio, ¿por qué dejarían de hacerlo ahora?
“lo que para los legos es la tentación del adulterio,
y para el clero secular la avidez de riquezas, es para los monjes la seducción
del conocimiento
“Para aquellos hombres consagrados a la escritura,
la biblioteca era al mismo tiempo la Jerusalén celestial y un mundo subterráneo
situado en la frontera de la tierra desconocida y el infierno. Estaban
dominados por la biblioteca, por sus promesas y sus interdicciones. Vivían con
ella, por ella y, quizá, también contra ella, esperando, pecaminosamente, poder
arrancarle algún día todos sus secretos. ¿Por qué no iban a arriesgarse a morir
para satisfacer alguna curiosidad de su mente, o matar para impedir que alguien
se apoderase de cierto secreto celosamente custodiado?
“la biblioteca está rodeada de un halo de silencio y
oscuridad: es una reserva de saber, pero sólo puede preservar ese saber
impidiendo que llegue a cualquiera, incluidos los propios monjes
“bandas de vagabundos que luego, en los años que
siguieron, vería pulular cada vez más por toda Europa: falsos monjes,
charlatanes, tramposos, truhanes, perdularios y harapientos, leprosos y
tullidos, caminantes, vagabundos, cantores ambulantes, clérigos, apátridas,
estudiantes que iban de un sitio a otro, tahúres, malabaristas, mercenarios
inválidos, judíos errantes, antiguos cautivos de los infieles que vagaban con
la mente perturbada, locos, desterrados, malhechores con las orejas cortadas,
sodomitas, y mezclados con ellos, artesanos ambulantes, tejedores, caldereros, silleros,
afiladores, empajadores, albañiles, junto con pícaros de toda calaña, tahúres,
bribones, pillos, granujas, bellacos, tunantes, faramulleros, saltimbanquis,
trotamundos, buscones, y canónigos y curas simoníacos y prevaricadores, y gente
que ya sólo vivía de la inocencia ajena, falsificadores de bulas y sellos
papales, vendedores de indulgencias, falsos paralíticos que se echaban a la
puerta de las iglesias, tránsfugas de los conventos, vendedores de reliquias,
perdonadores, adivinos y quiromantes, nigromantes, curanderos, falsos
mendicantes, y fornicadores de toda calaña, corruptores de monjas y muchachas
por el engaño o la violencia, falsos hidrópicos, epilépticos fingidos, seudo
hemorróidicos, simuladores de gota, falsos llagados, e incluso falsos dementes,
melancólicos ficticios
“después de la época a la que me estoy refiriendo,
he visto y sigo viendo, a lo largo del Danubio, muchos de aquellos charlatanes,
que, como los demonios, tienen sus propios nombres y sus propias subdivisiones:
biantes, afratres, falsibordones, affarfantes, acapones, alacrimantes, asciones,
acadentes, mutuatores, cagnabaldi,
arrementes, admiracti, acconi, apezentes, affrianti, spectini, iucchi,
falpatores, confitentes, compatrizantes
“lo imaginaba como uno de aquellos mendigos
inválidos de Turena que, según se cuenta, al aparecer el cadáver milagroso de
San Martín, salieron huyendo por miedo a que el santo los curara,
arrebatándoles así su fuente de ganancias, pero el santo, implacable, les
concedió su gracia antes de que lograsen alejarse, devolviéndoles el uso de los
miembros en castigo por el mal que habían hecho
“Me respondió que, cuando los verdaderos enemigos
son demasiado fuertes, hay que buscarse otros enemigos más débiles
“los simples, Adso, no pueden escoger libremente su
herejía: se aferran al que predica en su tierra, al que pasa por la Aldea o por
la plaza
“Las herejías son siempre expresión del hecho
concreto de que existen excluidos. Si rascas un poco la superficie de la
herejía, siempre aparecerá el leproso. Y lo único que se busca al luchar contra
la herejía es asegurarse de que el leproso siga siendo tal
“El gran Buenaventura decía que la tarea de los
sabios es expresar con claridad conceptual la verdad implícita en los actos de
los simples
“Ese fue el problema que se planteó Bacon: ‘Quod enim laicali ruditate turgescit non
habet effectum nisi fortuit’, decía. La experiencia de los simples se
traduce en actos salvajes e incontrolables. ‘Sed opera sapientiae certa lege vallantur et in fine debitum efficaciter
diriguntur’
“me señaló el busto elegante de la Virgen, que
mantenía erguido y firme un corpiño ajustado en el centro por unos cordoncillos
con los que jugueteaban las manitas del Niño Jesús──. ¿Ves? Pulchra enim sunt ubera que paululum
supereminent et tument modice, nec fluitantia licenter, sed leniter restricta,
repressa sed non depressa
“Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa
alguna, que sea para mí tan sospechosa como el amor, pues éste penetra en el
alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más el corazón que
el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde,
por el amor, en la más honda de las ruinas
“y así recorrieron toda la ciudad, deteniéndose en
cada esquina para lacerar las carnes de los reos con tenazas candentes. Primero
quemaron a Margherita, ante la visita de Dulcino, a quien no se le movió un
músculo de la cara, como tampoco había emitido lamento alguno cuando las
tenazas se hincaron en su carne. Después el carro siguió su marcha, mientras
los verdugos metían sus instrumentos en unos recipientes donde ardía abundante fuego.
Otras torturas padeció Dulcino, pero siguió Mudo, salvo cuando le cortaron la
nariz, porque entonces encogió levemente los hombros, y cuando le arrancaron el
miembro viril, pues en ese momento lanzó un largo suspiro, como un quejido
resignado. Sus últimas palabras sonaron a impenitencia, y avisó que al tercer
día resucitaría. Después lo quemaron y sus cenizas se esparcieron al viento
“cuando un fraile practica la pobreza, se convierte
en un mal ejemplo para el pueblo, que acaba por rechazar a los frailes que no
la practican
“‘Questi
vostri paperi v’hanno ben conci’
“espontáneamente brotaron de mis labios unas
palabras sobre el rapto extático que había leído en los libros de Santa
Hildegarda: ‘La llama consiste en una claridad esplendente, un vigor ingénito y
un ardor ígneo, más (sic) la claridad esplendente la tiene para relucir, y el
ardor ígneo para quemar’
“A cada momento temía encontrarme con un nuevo
espejo, porque es talla magia de los espejos que no dejan de inquietarte aunque
sepas que se trata de espejos
“‘ De te
fabula narratur’, dije para mí, y me pregunté si aquellas páginas no
contendrían ya la historia de los instantes que me esperaban en el futuro
“Pero
me he comprometido a contar, sobre aquellos hechos remotos, toda la verdad, y la
verdad es indivisible, resplandece con su propia luz, y no admite particiones
dictadas por nuestros intereses y por nuestra vergüenza
“‘¡Hijos, nada puede
el hombre cuando llega el loco amor!’
“‘Causam languoris video nec caveo’
“Y al llegar a este punto,
uno asiste estupefacto a su propio desfallecimiento
“Omne animal triste post coitum
“En tu descargo obra
la circunstancia de que te has visto en una de aquellas situaciones en las que
hasta un padre del desierto se habría condenado. Y sobre la mujer como fuente
de tentación ya han hablado bastante las escrituras. De la mujer dice el
Eclesiástico que su conversación es como fuego ardiente, y los Proverbios dicen
que se apodera de la preciosa alma del hombre, y que ha arruinado a los más
fuertes. Y también dice el Eclesiástico: Hallé que es la mujer más amarga que
la muerte y lazo para el corazón, y sus manos, ataduras. Y otros han dicho que
es vehículo del demonio. Aclarado esto, querido Adso, no logro convencerme de
que Dios haya querido introducir en la creación un ser tan inmundo sin dotarlo
al mismo tiempo de alguna virtud (…) En efecto, ha creado al hombre en este
mundo vil, y con barro, mientras que a la mujer la creado en un segundo
momento, en el paraíso, y con la noble materia humana
“Y estoy de acuerdo
contigo en que el pecado de sodomía es mucho peor que otras formas de lujuria
“y mis ojos (los del
alma, pero casi debería también decir los carnales) no podían dejar de ver la
imagen de la muchacha, bella y terrible como un ejército dispuesto para el
combate
“para que mi memoria
marchita y fatigada pueda liberarse de unas visiones que la han hostigado
durante toda la vida. Por tanto, debo decirlo todo, con decencia pero sin
vergüenza. Y debo decir, ahora, y con letras bien claras lo que entonces pensé
y casi intenté ocultar ante mí mismo
“amor facit quod ipse res quae amantur, amanti aliquo modo uniantur et
amor est magis cognitivus quam cognitio
“Dionisio en los
Nombres Divinos, donde incluso de Dios se dice que tiene celos propter multum amorem quem habet ad
existentiam
“Y los rebaños
estaban vigilados por perros, cuyo nombre, canes, deriva de canor, por el ladrido animal. Animal que
se destaca de los otros por su perfección, y cuya singular agudeza le permite
reconocer al amo, y puede adiestrarse para cazar fieras en los bosques, para
proteger el rebaño de los lobos, y además protege la casa y los hijos de su
amo, llegando a veces a morir por defenderlos. El rey Garamante, apresado por
sus adversarios, fue devuelto a su patria por una jauría de doscientos perros,
que se abrieron camino a través de las filas enemigas. Al morir su amo, el
perro de Jasón, Licio, ya no quiso comer, y murió de inanición; el del rey
Lisímaco se arrojó a la hoguera de su amo para morir con él
“a menudo los libros
hablan de libros, o sea que es casi como si hablasen entre sí. A la luz de esa
reflexión, la biblioteca me pareció aun más inquietante. Así que era el ámbito
de un largo y secular murmullo, de un diálogo imperceptible entre pergaminos, una
cosa viva un receptáculo de poderes que una mente humana era incapaz de
dominar, un tesoro de secretos emanados de innumerables mentes, que habían
sobrevivido a la muerte de quienes los habían producido, o de quienes los
habían ido transmitiendo
Había un fraile que
hasta entonces había permanecido en silencio, ocupado con gran devoción en
tragar los exquisitos platos que el Abad
había mandado traer
“la enfermedad del
amor
“Ibn Hazm define el
amor como una enfermedad rebelde, que sólo con el amor se cura, una enfermedad
de la que el paciente no quiere curar, de la que el enfermo no desea
recuperarse
“Avicena, quien
define el amor como un pensamiento fijo de carácter melancólico, que nace del
hábito de pensar una y otra vez en las facciones, los gestos o las costumbres
de una persona del sexo opuesto (…) no empieza siendo una enfermedad, pero se
vuelve enfermedad cuando, al no ser satisfecho, se convierte en un pensamiento
obsesivo (…) que provoca un movimiento incesante de los párpados, y la aceleración
del pulso (…) Para descubrir de quién estaba enamorado alguien, Avicena
recomendaba un método infalible, que ya Galileo había propuesto: coger la
muñeca del enfermo e ir pronunciando nombres de personas del otro sexo, hasta
descubrir con qué nombre se le acelera el pulso (…) Avicena (…) consideraba el
caso de los amantes separados por alguna barrera infranqueable, y decía que los
baños calientes constituían una cura radical (…) según Avicena, hay otras
maneras de curar este mal: por ejemplo, recurrir a la ayuda de mujeres viejas y
experimentadas para que pasen todo el tiempo denigrando a la mujer amada; al parecer, para esta faena
las viejas son más eficaces que los hombres (…) ¿podía un hombre conocer a las
mujeres tan bien como las conocía una vieja cotilla? (…) Arnaldo de Villanova
(…) atribuía el mal de amor a una abundancia de humores y de pneuma, o sea al
exceso de humedad y calor en el organismo humano
“un gato espantoso,
como un perro grande con ojos enormes ardientes, una lengua sanguinolenta que
le llegaba hasta el ombligo, la cola corta y erecta, de modo que hacia donde
quiera que se volviese, el animal mostraba su infame trasero, fétido a más no
poder, como corresponde a ese ano que los devotos de Satanás, y en no último
lugar los caballeros templarios, siempre suelen besar en el transcurso de sus
reuniones (…) ¿Y acaso no aman al gato los cátaros, cuyo nombre según Alain de
Lille, deriva precisamente de catus,
porque besan el trasero de dicho animal al que consideran la encarnación de
Lucifer? (…) ¿Y no dice Alberto Magno que los gatos son demonios en potencia?
¿Y no cuenta mi colega Jacques Fournier que en el lecho de muerte del
inquisidor Godofredo de Carcassone aparecieron dos gatos negros que no eran
sino dos demonios que deseaban hacer befa de aquellos despojos?
“La belleza del
cuerpo sólo existe en la piel. Si los hombres viesen lo que hay debajo de la
piel, como sucede en el caso del lince de Beocia, se estremecerían de horror al
contemplar a la mujer. Toda esa gracia consiste en mucosidades y en sangre, en
humores y en bilis. Si piensas en lo que se esconde en la nariz, en la garganta
y en el vientre, sólo encontrarás suciedad. Y si te repugna tocar el moco o el
estiércol con la punta del dedo, ¿cómo podrías querer estrechar entre tus
brazos el saco que contiene todo ese excremento?
“Quiero echar mano a
un libro y a un hombre
“es víctima de una
gran lujuria, que no es la de Berengario ni la del cillerero, sino la de muchos
estudiosos, la lujuria del saber. Del saber por sí mismo (…) Onán, que
derramaba su semen en la tierra, es lujuria estéril
“sílaba obstinada
“Y otras cosas que no
eran reliquias pero que también eran testimonio de prodigios y de seres
prodigiosos de tierras lejanas, y que habían llegado a la abadía traídas por
monjes que habían viajado hasta los más remotos lugares del mundo: un basilisco
y una hidra embalsamados, un cuerno de unicornio, un huevo que un eremita había
encontrado dentro de otro huevo, un trozo del maná con el que se alimentaron
los hebreos en el desierto, un diente de ballena, una nuez de coco, el húmero de
una bestia antediluviana, el colmillo de marfil de un elefante, la costilla de
un delfín. Y además otras reliquias que no reconocí, quizá no tan preciosas como
sus relicarios. Algunas de ellas (a juzgar por las cajas en que estaban depositadas,
hechas de plata, ya ennegrecida) antiquísimas: una serie infinita de fragmentos
de huesos, de tela, de madera, de metal y de vidrio. Y frascos con polvos
oscuros, uno de los cuales según supe, contenía los restos quemados de la
ciudad de Sodoma, y otro cal de las murallas de Jericó
“santa envidia
“Y me mostraba, que
Dios me perdone, su vulva, y entré en ella y era una caverna bellísima que
parecía el valle encantado de la edad de oro, regado por aguas abundantes, y
lleno de frutos de árboles en los que crecían pasteles de queso
“Ut cachinnis
dissolvantur, torqueatur rictibus!
“ahora me daba cuenta
de que también podemos soñar con libros, y, por tanto, también podemos soñar
con sueños
“──¿Qué
había en el sueño que tanto os interesa? ¡Carecía de sentido, como todos los
sueños!
“──Tenía un sentido distinto, como todos los sueños,
y visiones. Hay que leerlo alegórica o anagónicamente…
“──¿Como las escrituras?
“──Un sueño es una escritura, y hay muchas
escrituras que sólo son sueños
“¿Has tenido ese libro en tus manos, lo has tocado,
lo has leído? Entonces, ¿por qué no has muerto?
“Nunca comprendió exactamente cuáles eran los
tesoros, y los fines, de la biblioteca
“Atribuye la creación del mundo a la risa divina
“──Mis manos ya son capaces de ver mejor que tus
ojos
“en la fiesta de los tontos también el diablo parece
pobre y tonto
“──Licurgo hizo erigir una estatua a la risa
“El diablo no es el príncipe de la materia, el
diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada
por la duda. El diablo es sombrío porque sabe adónde va (…) Este os anunciaba
la verdad y os decía que la verdad sabe a muerte
“de toto
corpore fecerat linguam
“he perdido la reliquia del santo en la letrina
“Este libro habría
justificado la idea de que la lengua de los simples es portadora de algún saber
“por causa de un
exceso de virtud prevalecen las fuerzas del infierno
“El Anticristo puede
nacer de la misma piedad, del excesivo amor por Dios o por la verdad, así como
el hereje nace del santo y el endemoniado del vidente. Huye, Adso, de los profetas
y de los que están dispuestos a morir por la verdad, porque suelen provocar
también la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia y a veces en
lugar de la propia
“Quizá la tarea del
que ama a los hombres consista en lograr que éstos se rían de la verdad, lograr
que la verdad ría
“──¿Pero
cómo puede existir un ser necesario totalmente penetrado de posibilidad? ¿Qué
diferencia hay entonces entre Dios y el caos primigenio? Afirmar la absoluta
omnipotencia de Dios, y su absoluta disponibilidad respecto de sus propias
opciones, ¿no equivale a demostrar que Dios no existe?
──Non in commotine, non in commotione Dominus
“a veces me parece que surcan el Danubio barcas
cargadas de locos que se dirigen hacia un lugar sombrío
“Gott ist ein lautes Nichts, ihn rührt kein
Nun nocht Hier
“estaré en el fundamento simple, en el desierto
silencioso donde nunca ha existido la diversidad, en la intimidad donde nadie
se encuentra en su propio sitio. Caeré en la divinidad silenciosa y deshabitada
donde no hay obra ni imagen
“stat rosa
pristina nomine, nomina nuda tenemos.”