Zoo
Esta zoografía podría sorprenderte, maravillar el niño que pervive en ti, apelando a tu capacidad de asombro. Esfinges, grifos, centauros, dragones, son seres que existen en lo más profundo de una mitología del espanto de la creación de los genios de todos los tiempos y lugares. La literatura frecuenta el género de la zoología fantástica, y compone seres montruosos cuya desconcertante presencia, a veces tierna, te asaltará en las siguientes líneas. Bienvenido al zoo de Imaginería.
Stanislas Valois Aragon
Preocupaciones de un jefe de familia
Algunos dicen que la palabra Odradek es de origen eslovaco, y en base a esto tratan de explicar su etimología. Otros, en cambio, creen que es de origen alemán y sólo presenta influencia eslovaca. La imprecisión de ambas interpretaciones permite suponer, sin equivocarse, que ninguna de las dos es verdadera, sobre todo porque ninguna de las dos nos revela que esta palabra tenga algún sentido. Naturalmente, nadie se ocuparía de estos estudios si no existiera en realidad un ser que se llama Odradek. A primera vista se asemejea a un carretel de hilo, chato y en forma de estrella y, en efecto, también parece que tuviera hilos arrollados; por supuesto, sólo son trozos de hilo viejos y rotos, de diversos tipos y colores, no sólo anudados, sino también enredados entre sí. Pero no es solamente un carretel,porque en medio de la estrella emerge un trvesañito, y sobre éste, en ángulo recto, se inserta otro. Con ayuda de esta última barrita de un lado, y de uno de los rayos de la estrella del otro, el conjunto puede erguirse como sobre dos patas. Uno se siente inducido a creer que esta criatura tuvo en otro tiempo alguna especie de forma inteligible, y ahora está rota. Pero esto no parece comprobado; por lo menos,no hay nada que lo demuestre; no se ve ningún agregado o superficie de rotura que corrobore esta suposición; es un conjunto bastante insensato, pero dentro de su estilo, bien definido. De todos modos no es posible un estudio más detallado, porque Odradek es extraordinariamente ágil, y no se puede apresarlo. Se esconde alternativamente en le buhardilla, en la caja de la escalera, en los corredores,en el vestíbulo. A veces no se lo ve durante meses; seguramente se ha mudado a otra casa; pero siempre vuelve, fielmente, a la nuestra. A menudo, cuando uno sale por la puerta y lo encuentra apoyado justamente debajo de uno en la escalera, siente deseos de hablarle.Naturalmente, uno no le hace una pregunta difícil; más bien lo trata -su tamaño diminuto es tal vez el motivo- como a un niño.-Bueno, ¿cómo te llamas?-Odradek.- ¿Y dónde vives? -Domicilio desconocido- dice, y ríe; claro que es la risa de alguien que no tiene pulmones. Suena más o menos como el susurro de las hojas caídas. Y así termina generalmente la conversación. Por otra parte, no siempre responde; a menudo se queda mucho tiempo callado, como la madera de que parece estar hecho. Ociosamente, me pregunto qué será de él. ¿Puede ocurrir que se muera? Todo lo que se muere tiene que haber tenido alguna especie de inteción, alguna especie de actividad que lo haya gastado; pero esto no puede decirse de Odradek. ¡Será posible entonces que siga rodando por las escaleras y arrastrando pedazos de hilo ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? Evidentemente, no hace mal a nadie; pero la suposición de que pueda sobrevivir me resulta casi dolorosa.
Franz Kafka, La condena, Emecé Editores, S. A., Buenos, 1952.
Ovillado a mis pies
Este perro negro y solo
en su noche ulula y me ladra su conversación.
Ovillado negro a mis pies
me conoce sin cómputos ni estadísticas
no piensa nada sobre mí
no me juzga lujurioso por ejemplo
ni me sospecha mezquino triste o solo y se me echa a los pies.
Este negro perro solamente me recuerda al verme
con su efusivo rabo saludante
y me lame generosamente
con la misma lengua de lamerse los gonococos.
Cuando voy de noche al patio
orinando contra las matas me adivina en la penumbra
sin palabras en su testa horizontal
solo sin hablarse
fluyendo a su propio paso hacia una muerte ignorada, inexistente.
Este perro negro que vigila
me olisqueasin destrozarme con su fiera de dentro
y asumiendo que no represento riesgos
me deja pasar
me absuelve
me invita a la amistad.
Leo Castillo, De la acera y sus aceros, Barranquilla, Colombia, 2007.
De las regiones del norte
Este animal abunda en las regiones del norte y tiene cuatro o cinco pulgadas de largo; está dotado de un instinto curioso: los ojos son como cornalinas y el pelo es negro azabache, sedoso y flexible, suave como una almohada. Es muy aficionado a la tinta china, y cuando las personas escriben, se sienta con una mano sobre la otra y las piernas cruzadas esperando que hayan concluido y se bebe el sobrante de la tinta. Después vuelve a sentarse en cuclillas, y se queda tranquilo.
Wang Ta-hai, China, 1791.
The Tiger
Tiger, tiger, burning bright!
In the forests of the night,
What immortal hand or eye
Could frame thy fearful symmetry?
In what distant deeps or skies
Burnt the fire of thine eyes?
On what wings dare he aspire?
What the hand dare seize the fire?
And what shoulder and what art
Could twist the sinews of thy heart?
And when thy heart began to beat,
What dread hand and what dread feet?
What the hammer? what the chain?
In what furnace was thy brain?
What the anvil?
What dread grasp
Dare its deadly terrors clasp?
When the stars threw down their spears
And water'd heaven with their tears,
Did He smile His work to see?
Did He who made the lamb make thee?
Tiger, tiger, burning bright
In the forests of the night,
What immortal hand or eye?
Dare frame thy fearful symmetry?
William Blake
Tigre
¡Tigre! ¡Tigre! llamarada resplandeciente
en los bosques de la noche
¿Qué ojo o mano inmortal
pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué abismos o cielos lejanos
ardió el fuego de tus ojos?
¿con qué alas osó elevarse?
¿Y qué mano osó ese fuego sujetar?
¿qué hombro, qué arteforjó las fibras de tu corazón?
Y al comenzar tu corazón a latir,
¿qué mano terrible o pie terrible?
¿qué martillo? ¿qué cadena?
¿en cuál horno tu cerebro?¿Qué yunque?
¿qué puño terribleosó ceñir su terror letal?
Cuando los astros arrojaron sus lanzas
y humedecieron sus lágrimas el cielo,
¿sonrió al contemplar su obra?
¿Aquel que creó al Cordero, te creó a ti
Tigre! ¡Tigre! llamarada resplandeciente
en los bosques de la noche,
¿qué ojo o mano inmortal
pudo idear tu terrible simetría?
Traducción Stanislas Valois Aragon
17 octubre, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario